Pieter van Laer, conocido como "il bamboccio" (El grotesco o El fantoche, a causa de las malformaciones que sufría). Nacido en Haarlem en 1599, se instaló en Roma en 1625 donde encontró el éxito. Influenciado por Caravaggio en la forma aunque fiel a los motivos flamencos, sus pinturas tienen un gran dominio del dibujo. Volvió a Holanda en 1639, tras haber cosechado un considerable éxito en Italia y murió en torno al año 1642.
La pintura 'Autorretrato como mago' o 'Autorretrato con escena mágica' (1638-39), es una de las representaciones del demonio más curiosas de la historia del arte. Y lo es, precisamente, porque el señor del mal apenas se intuye en la pintura. El óleo, de unos 80 por 110 centímetros, que se conserva hoy en el "Metropolitan Museum of Arts de Nueva York" muestra un autorretrato del artista, que quiso bromear con el espectador al representarse como un mago o nigromante que ha tenido éxito a la hora de contactar con el Maligno.
Se trata de un autorretrato en el que el pintor se ve a sí mismo como un alquimista que acaba de realizar sus conjuros. La figura del diablo se encuentra fuera del encuadre, únicamente unas terribles garras asoman a la derecha y causan el espanto del alquimista. Sobre el rescoldo, una calavera aún humeante ha servido como recipiente para las pócimas. Una vela apagada, símbolo del tiempo que se acaba.
Libros de alquimia en los que se puede apreciar un corazón con una daga clavada (¿un hechizo de amor truncado?). En la partitura que vemos en primer plano, un canon a tres voces, con la firma del autor, y un lema que dice: "El diablo no bromea". El resto, algo ilegible, parece añadir: "no le gustan los juegos".
'Il Bamboccio' no quería amedrentar al espectador con su pintura, ni moralizar a los creyentes con los peligros del pecado. Por el contrario, el tema es poco más que una excusa para mostrar su maestría a la hora de representar las emociones transitorias (en este caso, el miedo), en un estilo que recuerda a algunas obras de Caravaggio.
Uno de los detalles llamativos de la vida de Pieter van Laer es su pertenencia a una singular hermandad de pintores, los Bentvueghels. Este grupo estaba compuesto por artistas holandeses y flamencos que trabajaban o estudiaban en Roma, y estuvo activo entre 1623 y 1720, con el fin de proteger los derechos de estos artistas emigrados.
Lo más curioso es que sus miembros, muy dados a la buena vida, decidieron articular la curiosa "sociedad secreta" "Bentvueghels" en torno a rituales de carácter báquico. Los aspirantes a Bentvueghels debían pasar complejos rituales de iniciación para ingresar en el grupo. Las ceremonias incluían grandes festines, como la celebrada durante el ingreso de Il Bamboccio, que se prolongó veinticuatro horas sin que nadie se levantara de la mesa. Después de la opípara comida, los miembros de la hermandad caminaban juntos, en procesión y borrachos, hasta la iglesia de Santa Constanza, donde se encontraba una antigua tumba con decoraciones báquicas sobre la que, en la antigüedad, se decía que era la tumba de Dionisio. Las prácticas de los Bentvueghels, además de borracheras y visitas a iglesias, incluían también "misas" con "sacerdotes", una blasfemia que terminó por agotar la paciencia de la sociedad romana, hasta que el Papa terminó condenando y prohibiendo el grupo por decreto en 1720.
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